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Conga: La hipocresía y el miedo a no decir la verdad

Publicado: 2011-11-17

No es difícil caer en la cuenta que la principal arma para que tienen los mineros para defender sus proyectos son los números. Difundir la inversión sobre un territorio o las ganancias que daría al Estado y la población son armas muchas veces suficientes para ganar a sus oponentes. Y en tiempos de crisis esto es aprovechado aún más, debido a que todos andan con los fantasmas de que la crisis se acerca, que llegará también a Latinoamérica, qué vendrá al Perú y ya no creceremos esos puntitos con los que se vanagloriaba Alan.

El conflicto con Minas Conga es el mismo. Por un lado la naturaleza, modos de vida y respeto por la tierra. Por el otro (con varios kilos de más) se encuentra la inversión. Es decir, dinero.

La cifra asusta a cualquiera. Se trata de 4  mil 800 millones de dólares de inversión que traería el proyecto. Una gran entrada de dinero al Estado. Ese Estado que ha prometido varias cosas y que para cumplirlas necesita un fuerte colchón económico que le de la tranquilidad para actuar.

Titulares como “Paralización de Minas Conga causa perdidas de 350 mil dólares diarios” o “Yanacocha produciría 2.5 millones de onzas de oro al 2017″  -acompañado por la bajada: ¨La nueva estimación de la minera incluye la producción esperada del proyecto Minas Conga”-buscan informar acerca de las maravillas de la minería. Es preciso decir que los titulares señalados pertenecen a El Comercio y Gestión, dos diarios interesados en temas económicos y que de alguna manera se encuentran interesados en la realización de este proyecto.

La hipocresia es una de esas formas tan utilizadas por las mineras y que se contagian por diversos medios. Suele juntarse con la cobardía de no decir las cosas como realmente sucederán. Cuánto nos ahorraríamos si encontrariamos en los medios o en las propias palabras de nuestro presidente cosas como: “Es cierto, la minera va a destruir todo un ecosistema, va cambiar los modos de vida de la comunidad y va a traer contaminación. Por otro lado, se trata de una inversión que no nos podemos dar el lujo de no recibir. Es preciso buscar soluciones conjuntas, tener mano firme para hacer valer los compromisos y sobretodo, ya que ese territorio es de ustedes, ustedes eligen.”

Infografía: La República

Pero no. Buscan persuadir a la población a partir de lo generoso que resulta tener una minera cerca. Los pobladores ya saben que esos reservorios tienen mayor capacidad de almacenamiento del agua, que su departamento recibirá millonadas de dinero, que vivimos el boom del oro, que tendrán trabajo. Pero también saben que son el cuarto departamento que recibe la mayor cantidad de canon minero, que el 2010 recibieron 411 millones 690 mil nuevos soles y que también forman parte del grupo de los cinco departamentos más pobres del Perú. Entonces no hay una relación entre la riqueza que reciben y la pobreza en la que se encuentran ¿Es que acaso no tienen motivos para quejarse?

Los mensajes tienen que cambiar. Ayer el presidente, en una conferencia de prensa, salió a defender nuevamente el proyecto. Precisó que es posible tener agua y oro, en contraposición a lo que los pobladores reclaman: “agua u oro”. Es posible que los pobladores necesiten escuchar que su presidente sea sincero. Que les diga las cosas como realmente son y que no se los encasillen como extremista. Tienen razones para protestar, entendamos eso. El diálogo – promesa de campaña – parte por escuchar las demandas del otro, ACEPTARLAS y trabajar a partir de allí por soluciones que satisfagan a los dos bandos.  Esperemos que se llegue a una solución (como van las cosas, todo apunta nuevamente a tildar de “malos” a los que se oponen a la minería y los medios, como vemos, ayudan grandemente a eso) y como he tratado de escribir – y espero haberme dejado entender- no se trata de ser anti mineros sino de respetar las demandas del otro, de tener un discurso sincero, que no aguante maquillajes y de trabajar conjuntamente respetando las decisiones de los demás, ya que si recordamos, es su lugar de vida.


Escrito por

Pablo Vilcachagua.

Periodista y escritor. No mentira, sólo lo primero.No, mentira tampoco. Sólo estudiante de periodismo en la UARM, por ahora.


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